Si queremos ayudar a nuestros perros, no podremos hacerlo desde la culpa y la pena.
No hay culpables en el camino del aprendizaje. Cuando se trata de dar amor y acompañamiento a tu perro, cuando se trata de explicarle las normas de convivencia que quieres que aprenda, cuando intentas cubrir sus necesidades y disfrutar de su compañía, lo haces como puedes y sabes.
Nunca deberíamos sentirnos culpables por hacer las cosas sin conocimiento sobre cómo hacerlas.
En lugar de culpabilizarte, fórmate, infórmate y si lo necesitas, pide ayuda a un profesional actualizado en gestión emocional canina. Probablemente tengas mucho que aprender sobre el perro como especie y sobre tu perro como individuo pero nunca te refugies en el sentimiento de culpa, porque desde ella no podrás ayudar a tu amigo/a.
De igual modo, la pena por tu perro, porqué haya vivido experiencias traumáticas tampoco es el punto de partida sobre la que deberías construir vuestra relación. Desde la pena poco puedes hacer para ayudar. En lugar de la pena sé una persona proactiva, busca maneras de ofrecer alegría y diversión. Averigua su motivación por salir, moverse, correr … abrirse al mundo, respetando sus ritmos y sus tiempos. Pero se proactiva y no actúes desde la pena.
E intenta no juzgar, juzgar nos impedirá ayudar.
No abandones, sigue luchando por lo que crees, por amor a tu amigo peludo.